lunes, 28 de febrero de 2011

EL LLAMA A SEGUIDORES NO ADMIRADORES

Libertad o esclavitud - ¿Cuál es la marca distintiva del cristianismo? En una generación obsesionada con la libertad, la realización y la autonomía, el voto ha sido dado por adelantado y, la mayoría de las veces por la libertad. Pero la Biblia es perfectamente clara – la esclavitud es el centro de lo que significa ser un verdadero cristiano. Es tiempo de reafirmar esta noción que no se acepta: los verdaderos cristianos son esclavos de Cristo.

Jesús es Señor (1 Cor. 12:3) es el artículo distintivo de la cristiandad y marca la confesión esencial de la fe (Romanos 10:9). Jesús lo proclamó a Sus discípulos, Sus enemigos y Sus indagadores casuales por igual – y Él rehusó suavizar sus consecuencias.

La expresión “Señor” (kurios) habla de posesión, mientras “Maestro/Señor” (despotes) denota un derecho incuestionable a mandar (Juan 13:13; Judas 4). Ambas palabras describen un dueño con dominio absoluto sobre alguien más. Eso explica la incredulidad de Jesús en la práctica de aquellos quienes le rendían homenaje a Él con sus labios, pero no con sus vidas: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).

Doulos frecuentemente describe lo que significa ser un verdadero cristiano: “Asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo [doulos] es de Cristo. Por precio fuisteis comprados” (1 Corintios 7:22-23). Describe la más baja y lamentable unión de esclavitud; servirle no es una opción.

Una Traducción Engañosa

Desafortunadamente, los lectores de la Biblia en inglés por un tiempo largo han sido protegidos de la fuerza total de doulos, debido a la tendencia antigua de traducirlo como “siervo” o “consiervo”. Esta tendencia es lamentable, porque el servicio y la esclavitud no son la misma cosa. “Nadie puede ser esclavo de dos amos” (Mateo 6:24) es más lógico que “Nadie puede servir a dos señores”. Un empleado con dos trabajos sí puede servir a dos señores; pero un esclavo no. La Escritura repetidamente llama a los cristianos “esclavos” (1 Corintios 6:19-20), comprados para Dios (Apocalipsis 5:9). Esta es la misma esencia de lo que significa ser cristiano (Romanos 14:7-9).

Un Concepto Repugnante

La palabra esclavo no solamente tiene connotaciones negativas, pero nuestra generación también está obsesionada con los conceptos de libertad, realización y autonomía. La fe salvadora y el discipulado cristiano han sido reducidos al dicho común de “una relación personal con Cristo”. Es difícil imaginar un cambio más catastrófico de lo que significa ser cristiano. Muchas personas (incluyendo a Judas y Satanás) tuvieron alguna clase de “relación personal” con Jesús durante Su ministerio en este mundo sin someterse a Él como Señor. Pero únicamente Sus verdaderos amigos fueron aquellos quienes hicieron lo que Él dijo (Juan 15:14).

Una Verdad Difícil

La esclavitud a Cristo no es una característica menor o secundaria del discipulado verdadero. Es exactamente como Jesús mismo definió la “relación personal” que Él debe tener con cada creyente genuino (Juan 12:26; 15:20). De hecho, los aspectos fundamentales de la esclavitud son los mismos de la redención. Somos escogidos (Efesios 1:4-5; 1 Pedro 1:2, 2:9); comprados (1 Corintios 6:20; 7:23); hechos de su propiedad (Romanos 14:7-9; 1 Corintios 6:19); sujetos a Su voluntad y control (Hechos 5:29; Filipenses 2:5-8); llamados a rendir cuentas (Romanos 14:12); evaluados (2 Corintios 5:10); y ya sea castigados o recompensados por Él (1 Corintios 3;14; Hebreos 12:5-11). Todos esos son componentes esenciales de la esclavitud.

Una Presentación Divina

Jesús presentó la metáfora del esclavo en el Nuevo Testamento. Él hacía frecuentemente una conexión directa entre la esclavitud y el discipulado (Mateo 10:24-25). Sus palabras reflejan lo que cada discípulo verdadero debe anhelar y escuchar al final de su vida: “‘Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21).

Jesús siempre describió al discipulado verdadero en esos términos, sin esfuerzo de ajustar el mensaje para hacerlo más atractivo a los pecadores de mente mundana. Él nunca silenció lo que costaría seguirlo. Aspirantes a discípulos, quienes trataron de establecer términos diferentes, fueron siempre rechazados (Lucas 9:59-62).

Esclavos que Son Amigos

Posiblemente el pasaje clave del mandato de Jesús para la obediencia implícita, es uno al que se alude en Juan 15:14-15: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”.

Aquí, el principio fundamental es la obediencia. Jesús no estaba sugiriendo que Su favor podría ser ganado por medio del servicio. Mas bien, Él estaba diciendo que la obediencia es una prueba singular de que alguien es Su amigo. La obediencia implícita a Sus mandamientos es el fruto natural del amor genuino a Él – la marca que indica una fe auténtica y salvadora.

¿Por qué, entonces, Él dice, “Ya no os llamaré siervos…pero os he llamado amigos”? (v.15) ¿Estará expresamente diciéndoles que su relación con Él ahora era una amistad familiar y personal entre colegas, en vez de una relación entre señor y esclavo gobernada por la autoridad y la sumisión?

En absoluto. Los apóstoles seguían siendo Sus esclavos, porque eso es precisamente lo que eran. Él simplemente dijo que eran Sus amigos y también Sus esclavos. Él explica, “El siervo no sabe lo que hace su señor”. A un esclavo no se le da ninguna explicación o justificación. Pero Jesús no mantuvo ningún secreto con Sus discípulos: “porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer (v. 15). Entonces, ellos eran mucho más que simples esclavos para Él. Ellos también eran sus amigos, cómplices de Sus pensamientos y propósitos (c. 1 Corintios 2:16).

La Esclavitud y la Verdadera Libertad

Entonces, si es entendido correctamente, el evangelio es una invitación a la esclavitud. Por un lado, el evangelio es una proclamación de libertad al cautiverio del pecado y la libertad a las personas que están desechas por la esclavitud del poder del pecado sobre ellas. Por otro lado, es un requisito a una esclavitud completamente diferente: “Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:18; c. 1 Pedro 2:16).

Ambas partes de la ecuación son vitales. Hay una libertad gloriosa en ser esclavos de Cristo (Juan 8:36), pero significa el final de la autonomía humana para el verdadero seguidor de Cristo. En otras palabras, todos sirven a un señor. Todos somos esclavos de una forma u otra (Romanos 6:16-21).

No existe una manera legítima de adaptar el mensaje para hacerlo más atractivo a la gente quien admira a Jesús pero no está preparada para servirle. Jesús no buscó admiradores; Él llamaba a seguidores – no seguidores casuales, llamaba a esclavos. Remover ese espíritu de sumisión, y la clase más profunda de “admiración” por Cristo, es un fraude espiritual que no tiene nada que ver con la verdadera fe.

viernes, 25 de febrero de 2011

Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”.

Toda forma y función de la iglesia primitiva era la

Expresión de la vida que fluía desde el interior.

No iban por ahí para predicar iglesia ni para tener seminarios sobre

estructuras de iglesias o crecimiento de iglesias apropiados.

Seguían a

Cristo y eran conscientes de Su promesa. Yo soy la luz del mundo: el que me sigue,

no estará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida .

Juan comienza su evangelio diciendo: En el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios

y el verbo era con Dios En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres

(Juan 1:1 y 4). En Jesús esta la vida y esa vida es nuestra luz para comprender todo lo que DIOS quiere para nosotros.

El

Entendimiento espiritual solo viene por medio de la unión con la vida divina y esa vida

Está en el Hijo. El que tiene al Hijo tiene la Vida…”

Porque en Ti está la fuente de la VIDA: en tu luz veremos la luz (Salmos

36:9).

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la

vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que

tengáis vida. (Juan 5:3940).

Cualquiera que utilice la Biblia como un libro de normas, no comprende el propósito

divino de la Escritura. El Testimonio de Jesús es el Espíritu de la profecía

Sea cual

sea nuestra doctrina, si no nos dirige a un conocimiento íntimo de Cristo, pierde el

objetivo de Dios completamente. Las Escrituras fueron escritas para que podamos

creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, podamos tener

vida en Su nombre. Las Escrituras apuntan a Jesús, y sin embargo, que triste que

muchos rehúsen venir a Él. No podemos encontrar evidencia de que Jesús enseñara a

Sus seguidores a vivir estrictamente conforme a un libro de reglas. Lo que si dijo es

que Dios dio las Escrituras del Antiguo Testamento para traer al lector a Él mismo. Del

mismo modo, los Evangelios y las Epístolas no son libros de normas por las que

intentamos de forma independiente y sistemática, acercarnos a Dios por nuestros

propios méritos. Son testigos de Él, por cuya sangre somos aceptos en el amado. Cristo

es la sustancia de la que testifican las Escrituras. Las Escrituras son un espejo que

refleja Su imagen. Fueron dadas para verificar la existencia y la realidad de una

Persona y para llevar a los lectores a dicha Persona.

martes, 15 de febrero de 2011

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE.

Debemos estudiar las Escrituras? ¡Absolutamente! El problema no es el estudio de Las

Escrituras son un testimonio, y como todo buen testimonio, no testifican de si La verdadera reforma no es recuperar un patrón previo, sino la restauración del lugar

correcto del Espíritu como líder de la ekklesia de Cristo. El que tenga oídos, oiga lo

que Espíritu dice a las Iglesias.

“… no solo de pan vivirá

el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca del SEÑOR.

Esta es la reforma que se necesita desesperadamente hoyvivir por cada palabra que

salga, momento a momento, de la boca de Dios.

La Vida de Jesús trae la

Luz, a lo que seguirán

Dios dio las Escrituras del Antiguo Testamento para traer al lector a Él mismo. Del

mismo modo, los Evangelios y las Epístolas no son libros de normas por las que

intentamos de forma independiente y sistemática, acercarnos a Dios por nuestros

propios méritos. Son testigos de Él, por cuya sangre somos aceptos en el amado. Cristo

es la sustancia de la que testifican las Escrituras. Las Escrituras son un espejo que

refleja Su imagen. Fueron dadas para verificar la existencia y la realidad de una

Persona y para llevar a los lectores a dicha Persona.