William Law describe nuestro respeto por las Escrituras y su verdadero valor.
“Lee el capítulo de las Escrituras que quieras, y deléitate tanto
como puedas con ello—te quedarás tan pobre, tan vacío e
inmutable como cuando empezaste la lectura, a menos que te
haya guiado completa y únicamente a Dios, y te haya llevado a
una completa unión y dependencia con ÉL y de ÉL. Porque el
deleite en temas de las Escrituras puede ser nada más que la
emoción carnal de una naturaleza caída adámica a menos que el
deleite encuentre su fuente en la inspiración de Dios, cuando Él
aviva Su propia vida y naturaleza dentro del corazón. Nada
menos que esta unión con Dios por el poder de Su Espíritu Santo
es el propósito de la Ley, los Profetas o los Evangelios. Tanto el
Antiguo como el Nuevo Testamento dan testimonio completo de
esta verdad, llamando a los hombres a volverse del espíritu de
Satanás, la carne y el mundo, para ser habitado y poseídos por el
Santo Espíritu de Dios, que es el único que pude cumplir todo
aquello de lo que testifican las Escrituras.”
¿Debemos estudiar las Escrituras? ¡Absolutamente! El problema no es el estudio de Las
Escrituras son un testimonio, y como todo buen testimonio, no testifican de si La verdadera reforma no es recuperar un patrón previo, sino la restauración del lugar
correcto del Espíritu como líder de la ekklesia de Cristo. El que tenga oídos, oiga lo
que Espíritu dice a las Iglesias.
“… no solo de pan vivirá
el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca del SEÑOR.
Esta es la reforma que se necesita desesperadamente hoy—vivir por cada palabra que
salga, momento a momento, de la boca de Dios.
La Vida de Jesús trae
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